Vivir es dibujar sin goma.
El sexto y el noveno mandamientos eran la obsesión de los curas de mi infancia. A nada que te descuidaras podías caer en pecado mortal por acción o por omisión.
Según te ibas haciendo más mayor, cada día se convertía en una auténtica lucha contra las tentaciones. De nada servía estar atento a los engaños del demonio. Al final, de un modo u otro, sucumbías. Menos mal que teníamos el asidero de la confesión. Todo se arreglaba de nuevo una vez lograda la preciada absolución,
En la etapa adolescente la imitación del comportamiento de los mayores fue la manera en que aprendimos a relacionarnos con las chicas los de mi generación. Entonces no había libros sobre el tema, ni programas de televisión ni vídeos de Youtube. Eran tiempos de la España franquista no y teníamos mucho donde elegir.
En referencia a los primeros escarceos amorosos, unos te decían: "Mas vale que te pases con ellas que te quedes corto, no vaya a ser que te tilden de mariquita". Otros insistían en la importancia de "robarles un beso". La mayoría creía que el único fin del cortejo debía ser la coyunda.
De aquella época eran las frases del tipo "Más tiran dos tetas que dos carretas" "A la prima se le arrima y a la prima hermana con más gana"; el clásico "arrimar la cebolleta" y otras de similar jaez. El planteamiento no podía ser más simple; más elemental.
Pertrechados con esas enseñanzas la mayoría de nosotros nos lanzamos a una desenfrenada carrera por ponerlas en práctica. Eran tiempos de fiestas en los pueblos, verbenas, discotecas...
Envalentonados por el alcohol -que entonces fluía en abundancia- dejábamos atrás timideces y aprovechábamos cualquier ocasión para el baile lento. Aquella era la forma oficializada de apretarte a una moza. Y si se podía ascender a los siguientes escalones... pues mejor que mejor.
El universo emocional femenino era un misterio para todos nosotros. Máxime teniendo en cuenta que en la escuela la separación por sexos era la norma. La referencia más cercana era... la de nuestras madres o, en menor medida, nuestras hermanas.
El diálogo sincero y asentado con las mozas brillaba por su ausencia. A lo sumo algunas frases entrecortadas, halagos medio aprendidos de memoria o sencillamente el silencio... y la acción.
Como resultado de todo ello el amplísimo y rico campo de la interacción verbal chico-chica lamentablemente quedaba reducido a la mínima expresión. La forma se ser, las aficiones, los valores, las ilusiones, los empeños de cada cual permanecían ocultos bajo el velo de la pura atracción física. Todos perdimos con la práctica de aquel sistema.
Veo ahora en la televisión los programas de citas y no dejo de pensar en lo útil que hubiera sido esa fórmula en mi juventud. Dos personas, de mutuo acuerdo, se citan para hablar y escucharse entre ellos. Un primer paso para conocerse y, si, salta la chispa, atraerse mutuamente.
Una vez terminada la cita, me admira la sinceridad con la que los participantes manifiestan su atracción, su tibieza o su profundo desencanto. Todavía me asombra más el aplomo con el que los rechazados encajan el "no" a un segundo encuentro.
Debo reconocer que soy un asiduo seguidor de "First dates". Cada entrevista, cada encuentro despierta aún más -si cabe- mi curiosidad. Quizás por que tengo que recuperar materia e interiorizar -aunque sea vicariamente- otros modelos de relación hombre-mujer. A estas edades no me importa ya reconocer las cosas.
El caso es que yo, que, en mi juventud, fui un analfabeto afectivo con muchas ideas preconcebidas y poco entusiasmo para el diálogo con las féminas ahora veo la posibilidad de irme poniendo al día gracias a este programa de televisión.
¡No veáis lo que estoy aprendiendo!
Sí,José Luis…En los seminarios prácticamente te incitaban a odiar a todas las mujeres(origen de todo mal)
ResponderEliminarHombre los de pueblo,íbamos más adelantados que los de las ciudades,pues veíamos a los animales…
Pensándolo bien,yo no reniego de la falta de información y educación sexual,en aquella época,pues nos hizo desarrollar una imaginación desbordante e ir descubriendo la sexualidad poco a poco((como debe ser)y todo ello nos enriqueció e hizo que se tradujera en un mayor e íntimo disfrute.Aquí la imaginación lo hacía todo.Y no como ahora con tantas películas porno al alcance.
Aún voy a ser más osado,yo no la cambiaría por la educación de ahora.Que nos quiten lo bailado.Un abrazo.
Gracias por tu aportación, Luis. Siempre es interesante conocer otros enfoques, otras visiones.
EliminarDe todas formas tu siempre has jugado con la ventaja de ser músico y diestro platicador. En ese ámbito siempre me has ganado por goleada.
¡Un abrazo!
Qué va ,José Luis!…Que más hubiera querido yo!!!!Nada de nada…🤭
EliminarReconozco que teníamos que hacer verdaderos esfuerzos para hablar con las chicas. Era todo un eterno tabú, con miedos y prejuicios, y más en el pueblo. Ahora ves que los jóvenes vienen con otra normalidad, y nosotros lo admitimos, aquellos eran otros tiempos, aunque siempre había alguna picardía a escondidas.
ResponderEliminarLo de antes también tenía su encanto, siempre había alguna chica que te hacía tilín.
Saludos de Javier.
De acuerdo contigo, Javier. Nuestro recorrido en este terreno ha sido similar.
Eliminar¡Gracias por tu aportación!
Cuanto tabú y presión, a mí parecer en muchas familias de comarcas navarras y del Norte de Aragón, eran excesivos.
ResponderEliminarHace ya unos años oía de un pariente ,ya mayor, de tierra Estella ( Navarra) la siguiente expresión que explicaba un poco esas situaciones respecto al sexto mandamiento.
Fue después de que Juan Pablo II declarara en 1999 que “El Infierno no es un lugar, sino la situación de quien se aparta de Dios”.
Y lo que le me contó no sin cierta gracia y con tono de chiste y espero que se lea así, aunque desde luego no lo era, fue lo siguiente:" Redieez, redieez. Ahoora, ahoora, ahora nos dicen que no existe el infierno, Ahora lo dicen, y en mi juventud, con mi novia que no podía tocarla, que iba al infierno, que no podíamos..... que íbamos al infierno... y aguantando allí, y reteniéndome, redieezz, y meses y meses así, hasta el matrimonio nada. Aggg!!!!
Y ahora... que no hay infierno...No me joribies, hombre! no me joribies"
En fin, fue lo que nos tocó. Para los tardanos como yo, lo bueno es que conforme pasaban los años seguías descubriendo nuevas y maravillosas experiencias. Así, poco a poco.
Un gran Saludo Jose Luis
Un buen tema que da para mucho.
Muy buenas vuestras aportaciones: Luis, Javier y Jorge. Efectivamente el tema da para mucho y podríamos invertir jornadas enteras rememorando aquellos pretéritos tiempos.
ResponderEliminar¡Un abrazo a los tres!