Ya perdonaréis que utilice este acrónimo pero me ha parecido una buena excusa para tratar de algo a lo que siempre me he dedicado, pero ahora, si cabe, con más intensidad.
Me refiero a la conocida expresión inglesa "Do it yourself" (Hágalo usted mismo). Una corriente que como bien sabéis todavía se ha incrementado más -si cabe- en los últimos tiempos.
Bueno, pues el caso es que en mi experiencia personal yo sólo podría hacer elogios de esta tendencia.
Y como siempre, habría que acudir a la niñez para explicar este deseo irrefrenable de hacer cosas, de transformar el mundo a mi estilo.
Mi padre -agricultor- fue para mi el modelo de amor por la naturaleza y dedicación y empeño por cultivar la tierra. Yo observaba su abnegación y entrega a su tarea y yo le ayudaba en los esfuerzos por sacar los cultivos adelante. El escenario habitual de mi infancia -y adolescencia- fue el entorno natural. De ahí me ha quedado siempre la misión de disponer de una parcela de terreno, trasformarla y cultivarla.
Mi abuelo paterno era carpintero. Durante unos años viví con ellos y también me sirvió de referencia para asimilar la trasformación de la madera en bruto en tablones y, posteriormente en muebles, puertas, ventanas y demás artículos propios de su oficio.
El padre de mi amigo Javier Garín era el herrero del pueblo. Dado su carácter afable y campechano y mi amistad con su hijo, yo siempre tenía abiertas las puertas de la herrería. Mi infinita curiosidad por el funcionamiento de las máquinas y los procesos que en el taller se llevaban a cabo, quedó bien colmada gracias a las explicaciones de Garín y las horas que pasamos juntos enfrascados siempre en algún proyecto.
Después estudié formación profesional y aprendí el oficio de tornero. Trabajé varios años en un taller de mecanizado. Esa experiencia me familiarizó con la mecánica de precisión, el mecanizado y las máquinas-herramientas.
Aprendí también algunas nociones básicas de electricidad por mi cuenta y riesgo. Siempre que tenía ocasión aprovechaba para experimentar y habituarme con el mundo de los enchufes, los conmutadores y los interruptores.
Mi cuñado es ingeniero de telecomunicación. Él me introdujo en el mundo de la electrónica y aquello fue un gran descubrimiento para mi. También durante un periodo dediqué mi tiempo libre a la construcción de ingenios electrónicos.
Durante unos años -ya de casado- vivimos con la familia en una urbanización de Muel. Compramos una parcela de terreno y, excepto la casa, prácticamente todo el acondicionamiento de la parcela lo realizamos conjuntamente con mi señora. Esa experiencia me sirvió para descubrir y explorar los mundos de la albañilería, la fontanería y el riego por aspersión.
Ahora que como jubilado dispongo de tiempo, puedo dedicarme a practicar todas estas destrezas y a plasmar en multitud de proyectos lo que aprendí en su momento ¡Qué suerte!
Gracias a la realización de estas actividades creo haber alcanzado otro estadio. He llegado a la conclusión de que lo que emprendo no es sino una prolongación de mi personalidad, de mi yo. Me congratulo cuando una solera me ha quedado bien, cuando compruebo que la instalación eléctrica funciona, que el sistema de recogida de agua es eficiente o cuando veo crecer sanos y fuertes los árboles frutales. Muchos son los ámbitos en los que me atrevo a "meter mano" y grande es el desafío intelectual cuando hay que solventar algún problema. Eso me resulta muy estimulante.
Soy consciente de mi ignorancia en muchos campos. Me encantaría construirme mi propio teléfono móvil, la televisión o un ordenador potente. Pero allí ya me he perdido. La tecnología de las telecomunicaciones es tan compleja que queda fuera de mi entendimiento y de las personas de a pie.
Y también comprendo que mi dedicación a estas aficiones ha sido en detrimento de áreas más artísticas como la música, la pintura, la poesía u otras bellas artes. Ese "gap" lo procuro rellenar relacionándome con amigos duchos en esos ámbitos.
El concretar uno mismo sus propios proyectos supone, a mi entender, un potente refuerzo del auto concepto y una potenciación de la actividad física e intelectual y, lo que es más importante, pone freno de manera natural a la tendencia innata al pesimismo que tiene la mente del ocioso, de la persona desocupada.
¡¡¡Larga vida al DIY!!!
Siempre me impresionan tus obras! Es una pasada lo que puedes construir con tus propias manos! Eres una maquina papa! Oye...y una casita no te atreverias? hahaha. Un abrazo. Ya sabes que siempre te sigo.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus cumplidos, hijita. Eres un sol
Eliminar¡ Muchos cursos de formación hizo usted en la lontananza de Uncastillo !, que le vienen bien para la creatividad y para bailar con los artes y oficios, disfrutar con ellos, y sin dar explicaciones a nadie. Trasmites una vitalidad tremenda, envidiable, de satisfacción y convencimiento que a tus lectores les vendrá bien. ¿ Quizá, una vida ejemplar ? Un abrazo, José Luís. Bello artículo.
ResponderEliminarUn placer haber compartido contigo muchas aficiones. Todo lo tocante a la música y a los idiomas te lo debo a ti. Un abrazo.
EliminarEs curioso, y no muy buena señal, que ahora aparezcan siglas para describir actividades que antes no tenían definición ya que se asumian como parte de las tareas normales. A mi padre nunca le vi escribir en una hoja que ya no estuviera escrita por la otra cara, en casa de mis padres jamás entró ni un fontanero ni un electricista... asi que gracias J.L por tu entrada de blog, reciclemos y hagamos con nuestras manos todo lo que podamos.
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