“Abejas benditas, santos abejares, dan miel a los hombres y cera a los altares.” (Refrán popular)
Tradicionalmente, la actividad apícola ha ido enfocada a la obtención de los distintos productos elaborados en la colmena (miel, cera, propóleos, polen y jalea real).
La regulación legal de dicha actividad se ha centrado en lo que se denomina "explotaciones apícolas" entendiendo que la apicultura es una explotación ganadera y, de hecho, ese es el epígrafe que figura en mi "Libro de explotaciones ganaderas" que tengo que presentar para su revisión todos los años en la DGA.
La actual sensibilidad hacia la abejas como un vector de salud medioambiental no se contempla desde el punto de vista legal ni tampoco el benéfico efecto de su trabajo como polinizadores.
Tampoco se habla de la actual preocupación por la inquietante desaparición de insectos polinizadores y sus desastrosos efectos en el medio ambiente.
Por tanto no es de extrañar que, cuando queremos introducir este nuevo enfoque nos encontremos con un sinfín de objeciones legales ya que la regulación española está pensada para la apicultura tradicional y no desde el punto de vista medioambiental.
Pero a nada que miremos un poco a Europa, veremos que en las principales ciudades de la Unión Europea ya existe una sensibilidad sobre estas cuestiones e incluso en el propio seno de las instituciones de la Unión.
Así, por ejemplo, el Comité Económico y social Europeo, en mayo de 2012, se convirtió en la primera institución europea en unirse al movimiento de la apicultura urbana en Bruselas al colocar dos colmenas en el techo de su edificio principal.
Con estas dos colmenas, protegen activamente la biodiversidad de Bruselas y renuevan su compromiso con un entorno urbano sostenible.
Según ellos mismos afirman, "Contrariamente a la creencia popular, el entorno urbano ha demostrado ser un refugio para las abejas. Los estudios confirman que las abejas son más saludables y producen más miel en las ciudades que en el campo, gracias a la increíble diversidad de flores en los parques, jardines y balcones urbanos".
"Nuestras abejas son particularmente tranquilas y no amenazan al personal ni a los transeúntes. Las abejas solo pican cuando se sienten atacadas. Las colmenas en los tejados como la nuestra son cada vez más comunes en todo el mundo y no suelen plantear ningún problema. Al contrario, ¡solo hay ventajas!"
Esta actuación se hizo con la finalidad de reducir su impacto ambiental y, en concreto, para obtener el certificado EMAS (Esquema de Gestión y Auditoría Ambiental).
Aquí os dejo el enlace al documento original.
Volviendo a nuestro país, la regulación a nivel nacional la podéis ver en este enlace. Aquí se habla, entre otras cosas, del famoso tema de las distancias que es, en la actualidad, lo que está frenando cualquier iniciativa sobre apicultura urbana en España.
La legislación sobre apicultura en Aragón se adapta a lo dispuesto en el Real Decreto anterior. Puede consultarse en este enlace.
Por lo que respecta a Zaragoza, existen varios documentos institucionales en los que, formalmente, el Ayuntamiento se compromete a fomentar la biodiversidad en la ciudad.
- Acuerdo por una ciudad verde.
- Medio ambiente y sostenibilidad (Biodiversidad y naturaleza). En este documento creemos que habría que incluir a las colmenas urbanas en el catálogo de especies animales.
Ya veis amigos que, al menos, letra no falta.
Queda pendiente una importante tarea de información y sensibilización ciudadana.
En esta labor estamos inmersos últimamente. En próximas entradas hablaremos de ello con más detalle.
¡Hasta el viernes que viene!
Si, falta mucha sensibilidad.
ResponderEliminarEs todo como muy oficial, se ve con mucho miedo a la abeja, la ven como muy peligrosa, y es como tú comentabas en la anterior entrega, si a ellas no se las molesta, ellas no te harán nada.
Labor complicada, pero hay que pensar que la sociedad también está muy cambiante y apoya las ideas saludables.
Buen artículo José Luis, saludos.
La tarea de informar a la ciudadanía acerca de estos himenópteros la he asumido como propia. Cuanto más se conoce el mundo de la abeja y, por extensión, el de los insectos en general, más asombrado se queda uno de que todavía nos acompañen y más sensibilidad se genera sobre la idea de respetarlos.
ResponderEliminar¡Un saludo!
En Gran labor te has metido, José Luis, que bien hacemos en aprender de otros países.
ResponderEliminarPues si. Cómo bien sabes todo lo que se pueda hacer para traer conocimiento y modernidad a nuestro país, merece la pena.
ResponderEliminarGracias por el comentario, Jorge