Vértigo

No dejaré que nadie pase por mi mente con sus sucios pies.

Gandhi

Los últimos cálculos sobre la posibilidad de que el asteroide Bennu (500 m. de diámetro) golpee la tierra arrojaban la fecha del 24 de septiembre de 2.182 aunque con una probabilidad de 0,037% de expectativa de impacto.

Es evidente que para ese día ni nosotros ¡ni nuestros nietos! estaremos aquí para presenciar tan magno evento. La línea del tiempo no discurre de igual forma entre los humanos que a escala cósmica. Para el universo 100 años son menos que un aperitivo; para nosotros, toda una eternidad.

Estos días pasados que estuve en el pueblo subía y bajaba las escaleras de mi casa bajo la atenta mirada de las fotos de mis padres, mis abuelos y mis bisabuelos que -inmóviles- me contemplaban desde su marco.

Los bisabuelos no estaban todos allí retratados pero queda el recuerdo gráfico tanto de Mateo y Práxedes como de Higinio y Marcelina; padres -por cierto- de mis dos abuelas.

¡Qué barbaridad! -pensé- todas estas generaciones han desaparecido por completo. La de mis bisabuelos, la de mis abuelos y muy pocos deben quedar de la generación de mis padres.

El tiempo -inexorable- no se detiene. Hagamos lo que hagamos y encaremos la vida como nos de la gana, el tic-tac del reloj no se va a parar. Un elemental razonamiento nos lleva a la conclusión que, por ley de vida, los siguientes en la lista vamos a ser nosotros. Será más pronto o más tarde pero los acontecimientos no se detendrán. El ciclo de la vida sigue su curso.

Así que, contemplándolo desde esta perspectiva, también a mi nieto recién nacido se le ha marcado una fecha que ya no verá porque es seguro que dentro de 162 años él tampoco estará aquí para contarlo.

No se vosotros, pero a mi todo esto me produce vértigo.