“Después de la primera copa, ves las cosas como te gustaría que fueran.
Después de la segunda, las ves como no son.
Y después de la tercera, ya las ves como realmente son. Ese es el momento más horrible de todos".
Oscar Wilde
Este pasado martes, día 15 me tocaba la revisión del coche. La del Hyundai. Va a cumplir ya 19 años y el pobre debe ser chequeado anualmente. Un montón de comprobaciones para verificar que todavía es apto para desempeñar su tarea y que, a pesar de su edad, el motor, la dirección, los frenos, los amortiguadores, las luces y todo lo demás, funciona correctamente.
Yo ya llevaba dos días preparándome para el evento. Lavando la carrocería, limpiando a fondo el interior, repasando presiones de neumáticos, niveles de líquidos y testeando el resto de parámetros. Había que preparar a fondo el examen.
La verdad es que, después de tantos años de estrecha convivencia, mi viejo Hyundai ha adquirido un estatus diferente. Digamos que, más que un coche, es ya un amigo. Un compañero fiel que -hasta ahora- nunca me ha fallado. Un confidente que sabe de mi muchas más cosas que otras personas de mi entorno cercano. Un fiel sirviente que siempre ha cumplido con modestia y discrección las distintas tareas que le he encomendado.
Por el camino hasta el polígono de Malpica los dos fuimos recordando aventuras que habíamos pasado juntos. Como aquel día que se quedó atascado en un charco con barro. Otro día que nos sorprendió una fuerte tormenta. Aquel episodio en el que tuvo que aguantar el peso de 20 bloques de cemento O las innumerables veces que hubo que cargarlo con más de 300 litros de agua para mantener con vida las plantas del secano ¡Qué tiempos aquellos!
Cuando ya llegamos a las instalaciones de la ITV, mi Hyundai se puso un poco nervioso. "No te apures" -le dije- "Ya verás como todo saldrá bien". "Tranquilo, estaré contigo en todo momento".
Luego vino un rosario de comprobaciones. Mediciones de toxicidad de los gases de escape, eficacia de los frenos, luces: posición, corta, larga, intermitentes derecho e izquierdo, los cuatro, antiniebla delantero, trasero, vibraciones para comprobar la dirección, revisión del bloque motor, limpiaparabrisas, cinturones de seguridad...
Poco a poco mi amigo y yo íbamos pasando por las distintas fases de la prueba. La aséptica voz del examinador marcaba con ritmo casi castrense lo que teníamos que hacer y nosotros, obedientes, tratábamos de cumplir las órdenes de la forma más fiel y precisa.
Terminadas las exhaustivas comprobaciones se nos ordenó que esperáramos al final del recorrido. Ambos nos miramos cariacontecidos ¿superaremos la prueba? La tensión se incrementaba por momentos.
Al poco apareció de nuevo el operario con la ficha técnica y una nueva etiqueta para el año 2021. Sin mediar palabra despegó con una espátula la pegatina del año 20 y musitó lacónicamente: "Continúe, ha pasado la revisión".
Debo decir que en ese momento casi me emocioné ¡A mi amigo le conceden una prórroga de un año más!
Cuando pude leí con atención las anotaciones de la ficha técnica. Sólo le habían sacado un defecto leve: "Pérdida de aceite sin goteo en el bloque motor". Poca cosa. Con un poco de cuidado puede seguir tirando sin problema. Mi viejo Hyundai y yo nos felicitamos.
Casi sin querer recordé mis propias revisiones médicas. A mi las prórrogas también se me otorgan cada año. Una especie de salvoconducto para ir tirando otra temporadita más.
Tanto el coche como yo sabemos que, en algún momento, surgirá algún problema más grave. Algo de más difícil solución. Las máquinas y los organismos se desgastan con la edad. La entropía amenaza. Que, con el tiempo, todo tiende a estropearse es algo que se sabe. Algo inevitable.
De momento, los dos estamos más contentos que unas castañuelas. Disfrutando cada día de nuestra renovada ansia de libertad. Degustando cada minuto la extensión de vida que nos han concedido.
... Hasta la próxima revisión.
Buena conversación lleváis los dos los compañeros de aventuras !
ResponderEliminarEso está bien, mezclar la placidez para crear un relato de comparanza.
Los dos estáis bien y hay que alegrarse.
Suerte para la próxima.
Saludos de Javier.
Yo se que lo sacas (y sacamos) muchas veces a pasear asi que solo falta que le des de comer para que sea un animal de compañia.
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