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viernes, 24 de abril de 2020

Colémbolos

Yo huyo de las tentaciones...pero les dejo mi dirección.


Mira por donde me entero el otro día de la existencia de estos animalitos de eufónico nombre. Y que, además de otros bichitos se alimentan de tardígrados.

El hecho de que su tamaño los sitúe en el límite de lo que puede observar el ojo humano los hace especialmente interesantes y aún me parece más sorprendente que sean los animales más numerosos de la tierra.

Mi sorpresa está relacionada con varias observaciones llevadas a cabo en estos días de confinamiento. Por ejemplo, la constatación de que la vida vegetal y animal sigue su curso sin ningún problema -yo diría que bulle- mientras los humanos permanecemos acogotados en nuestros respectivos domicilios.

Si la situación llegara al extremo (Dios nos libre de ello) de que todo el género humano desapareciera es evidente que el resto de seres vivos continuaría existiendo y evolucionando. Echa unos cuantos milloncejos de años y pronto verás que entre la variada fauna indemne a la pandemia humana, destacan especialmente estos o aquellos animalitos que mejor han sabido adaptarse a su entorno.

Añade unos cuantos millones más de evolución y es probable que, entre alguno de ellos, surja una chispa de entendimiento; un atisbo de inteligencia que les pudiera conducir a algo así como una proto-civilización.

Si la cosa siguiera adelante, probablemente estos seres adquirieran -como nosotros- la capacidad de pensar y reflexionar.

Y en algún momento se plantearían la procedencia de esos bloques degradados de hormigón; de esos caminos cubiertos de asfalto -y de hierba- que serpentean y perfilan enormes distancias; de esas prótesis de titanio tan abundantes en las caderas y las mandíbulas de los esqueletos humanos ya petrificados; de millones y millones de objetos llenos de herrumbre con cuatro "patas circulares" y de un sinfín de otros productos del Antropoceno; la era geológica en la que encuadrarían a los humanos modernos.

Toda la información registrada en servidores, discos duros y demás, hace tiempo que habría desaparecido para siempre. Los restos de los cables de los tendidos eléctricos dibujarían, asimismo, un curioso paisaje; lo mismo las vías de tren; los túneles y demás obras del "régimen anterior". El "reseteo" habría invalidado todo lo logrado por la especie humana.

Me imagino que en algún cónclave de individuos -post Antropoceno- a alguna mente preclara se le ocurriría alguna frase similar a esta:

¡Cómo pudieron ser tan estúpidos los humanos!
 

1 comentario:

  1. La naturaleza es la auténtica, nosotros en cierta manera la estamos violentando, ella sigue su curso y nosotros asustados porque últimamente se ha enfadado.
    No sé quién aguantará más en este recorrido, estoy convencido que el hombre cometerá algún chandrio, lo estamos liando todo.
    La inteligencia suele resultar a veces torticera.
    Buenos amigos tienes en tu jardín.
    Chulo artículo.
    Saludos.

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