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viernes, 9 de diciembre de 2016

De nuevo a vueltas con los millones de años

El otro día pasé otra vez por la Casa del Libro. Me gusta dar vuelta de cuando en cuando y hojear las novedades de ese inmenso reservorio de conocimiento almacenado en las tres plantas del establecimiento.

Y como casi siempre, me fui directo a la planta sótano. Donde se alojan los libros de divulgación de la ciencia y los manuales más punteros sobre investigación en los más inusitados campos científicos.

Enseguida me llamó la atención una estupenda enciclopedia a todo color dedicada por completo a los dinosaurios. De inmediato me vi impelido a realizar un repaso rápido de aquel reclamo tan llamativo. Empecé a pasar hojas, ávido de novedades. Todo lo que contenía el libro despertaba mi curiosidad.

Me fascinaron, sobre todo las estupendas ilustraciones. La detallada información sobre cada uno de los especímenes. La minuciosa descripción de la distribución geográfica de los ejemplares. La comparativa del tamaño entre los animales y el ser humano. Todo, todo el contenido del libro no tenía ni un resquicio de desperdicio.

La contemplación de ese caleidoscopio de tanta variedad. De tan diversas formas y tamaños. De tan diferentes soluciones ensayadas por la naturaleza con aquellos bichos me dejó atónito. Y el añadido de la cronología en el que se creía que habían vivido también me llevó hacia una profunda reflexión: la fugacidad de la vida y el inexorable paso del tiempo.

A los humanos de a pie nos resulta muy complicado trabajar con períodos de tiempo tan extensos. Manejamos con cierta soltura las escalas de longitud, masa, volumen y tiempo cercanas a nuestra experiencia vital. Pero nos resulta muy complicado calibrar; hacernos cargo de lo que supone un millón de años o -yendo a lo más pequeño-  la longitud de un picómetro o un fentómetro.

Según los entendidos, los dinosaurios poblaron este planeta durante nada más y nada menos que 135 millones de años. Y la práctica totalidad se extinguieron para siempre. Hace unos 66 millones de años. Todo lo que ocurrió durante la vigencia de estos mastodónticos animales ha quedado borrado definitivamente. Imaginaos la cantidad de situaciones, de hechos y avatares que debieron producirse en el día a día. La búsqueda de alimento, el apareamiento, la lucha diaria por la supervivencia... Todo, todo no es más que un remoto recuerdo.

La caída de un asteroide de unos 10 Km de diámetro hace, precisamente, unos 66 millones de años puso fin al imperio dinosaurio y permitió la eclosión de otros animales -los mamíferos- que al ir evolucionando condujeron a la aparición de los seres humanos. 

¿Cuál sería, a fecha de hoy, el panorama en la tierra si no se hubiera producido esta masiva extinción? ¿Hubiera aparecido la inteligencia tal como la conocemos? ¿Se pueden dar estos procesos en otros mundos? ¿La finalidad del universo es crear inteligencia? ¿Hacia dónde puede caminar la evolución de una inteligencia a lo largo de unos cuantos millones de años?

Amigos: para todos aquellos que seguro que no celebraremos el año 2.100, la tozuda realidad de la relatividad del tiempo nos traslada de nuevo el mensaje reiterado en este blog: disfrutemos de cada momento y vivamos con intensidad todos y cada uno de los días de nuestra vida. La cosa no tiene más vuelta de hoja.   

2 comentarios:

  1. Me quedo con tu última reflexión, disfrutemos de cada momento y vivamos con intensidad todos los días de nuestra vida,...un saludo de Javier

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  2. Preguntas interminables,en mi opinión creo que el asteroide dió despacio, tenía que a ver echo mas impacto, porque la inteligencia humana en según que sectores brilla por su ausencia, mira el panorama mundial. Un Saludo José Sancho hablamos por Facebook

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