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viernes, 27 de noviembre de 2020

Tecnología punta y azadón... ¡Buena combinación!

Lo siento mucho. Por favor, perdóname. Te amo. Gracias.

Mantra Ho’oponopono


Es lo que tiene la vida... Te va llevando de la manica por unos derroteros que ni te imaginas. Caminos insospechados, senderos ocultos, enigmáticas rutas... Menos mal que a "posteriori", con un poco de paciencia, a todo le vas encontrando la explicación.

Los seres humanos aprendemos de muchas formas diferentes y una de ellas es la imitación. Cuando iba al campo con mi padre yo le ayudaba y observaba cómo desempeñaba las distintas faenas agrícolas. El manejo hábil del azadón era una de ellas. Allí me quedó claro lo que una persona puede alcanzar con el uso de esa herramienta.

Como complemento a esas actividades también atendíamos un pequeño abejar aledaño al corral. El suave olor floral de las arnas en primavera y el delicado sabor de la miel quedaron asimismo impresos de forma indeleble en mi mente.

Durante algún tiempo conviví con mis abuelos maternos observando sus afanes y desvelos en los ámbitos en los que estaban inmersos: mi abuelo en la carpintería y mi abuela en la tienda. Observando al primero pude constatar que, con un poco de habilidad y unos conocimientos básicos, puedes construir prácticamente cualquier objeto utilizando la madera.

Mi abuela Valentina (y posteriormente mi madre) me proporcionaron la referencia de cómo mediante un pequeño negocio uno puede modestamente prosperar en la vida.

Estos tres aprendizajes combinados me sirvieron de palanca para acceder al siguiente escalón. Mis constantes visitas a la herrería del pueblo y mi amistad con el hijo del propietario  me facilitaron el acercamiento al mundo del metal y la mecánica. También la electricidad, la soldadura y la fontanería.

Con posterioridad, el frecuente contacto con el que por aquel entonces era el novio de mi hermana hizo posible que descubriera el fabuloso mundo de la electrónica.

Fueron pasando los años y mis estudios se encarrilaron primero hacia la maestría industrial y, posteriormente hacia la educación. Este último ámbito ha resultado ser el más extenso en el tiempo y también el más rico en experiencias humanas.

Así que con todo este bagaje empecé a encarar mi etapa de jubilación. Un cóctel de aprendizajes. Un combinado de experiencias. Unos buenos modelados por imitación.

A veces me sorprendo de la facilidad con la que paso de uno a otro estadio. Del primitivo azadón al más elaborado sensor comandado por un Arduino. De la construcción de colmenas al sesudo estudio en inglés sobre la conducta de las abejas. De la siembra de semillas y cuidado de las plantas al más rebuscado gadget tecnológico oculto en los almacenes de Aliexpress.

Con la misma sencillez paso de dar de comer a los peces del estanque a micorrizar pinos con "lactarius deliciosus". Alterno las faenas básicas con otras más elevadas intelectualmente. Me transporto en un santiamén del pasado al futuro. Recorro muchos senderos tradicionales pero constantemente descubro nuevas veredas. Soy -en una palabra- el epítome de una extensa trayectoria imitativa.

El caso es que ese incesante transitar de uno a otro nivel me produce una profunda satisfacción. Mirar al futuro teniendo muy presente el pasado. Apoyarme en la experiencia para encarar nuevos retos.

En fin, amigos. Tengo muy claro que tecnología punta y azadón, constituyen una buena combinación.

  

1 comentario:

  1. Si que has tenido un proceso evolutivo, si,,,de los principios viene esa dedicación conforme a los tiempos,,,,con este muestreo que aprendiste de jovencillo te será suficiente para entretenerte de por vida ",,,,esa era la señal.
    Todos hemos hecho escuela de lo que vimos y aprendimos de nuestros mayores.
    Todo aquello no pasa de moda.
    Sabías reflexiones, Don José Luis.
    Saludos.

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