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viernes, 10 de julio de 2020

¡Le he cogido cariño a Bennu!


Es asombroso lo que uno puede ver cuando se sienta a mirar.
Jacqueline Kelly

No se si os pasa a vosotros pero, en mi caso, cuando visito varias veces un paraje, experimento un fenómeno que no se muy bien como definirlo. Para que nos entendamos, digamos que "le cojo cariño".

No te digo nada si, además de visitar la plaza en cuestión, realizo algún pequeño trabajillo de acondicionamiento como podar ramas, retirar piedras o enderezar plantas. En ese supuesto, el cariño hacia el lugar se incrementa exponencialmente. Hasta el punto de que me da un poco la impresión que una parte de mi se encuentra presente también en esa ubicación.

No es de extrañar, por tanto, que -a partir de ahí- suela acudir con cierta frecuencia al mismo lugar para empaparme bien del entorno y de su contenido y, por ende revisar la evolución de la flora y la fauna (si la hubiera).

Este fenómeno de encariñamiento viene a ser similar al proceso de apego por el que las personas experimentamos el deseo de permanecer con aquellos que, de alguna manera, subvienen a nuestras necesidades; ya sean físicas o inmateriales. Se trata, por cierto de un fenómeno universal.

Bueno, pues ahora resulta que le he cogido cariño al asteroide "Bennu". Todo ha sido empezar a ir y venir (virtualmente) a ese cuerpo celeste y, poco al poco, el encariñamiento se ha ido materializando.

El viaje lo he realizado con la ayuda de la nave OSIRIS-REX y los lugares que he visitado tienen nombres tan exóticos como "Nightingale", "Osprey", "Kingfisher"o "Sandpiper"

Podréis decirme que en las fotos no se ve más que un montón de guijarros y rocas de todos los tamaños dispersas aquí y allá. Sí, tenéis razón.

Desde luego el paisaje que se divisa tiene más de pedregal que de otra cosa. Pero no me digáis que no es una chulada que me pueda dar un garbeo por un objeto celeste situado nada más y nada menos que a 300.000 Km de la tierra.

Si a todo esto le añadimos que -con un poco de suerte- conseguimos recoger una muestra de regolito y traérnosla a casa, entenderéis entonces mi encariñamiento con el asteroide.

¿Cuál será la composición del material de Bennu que traerá la nave de vuelta a la tierra?

Allá para el 2023 podremos saberlo. Mientras tanto yo sigo con el ritual de visitar periódicamente mi asteroide.

¡Por algo será que le he cogido cariño a Bennu!

2 comentarios:

  1. Estoy de acuerdo contigo, cuando has le has dado unos retoques a un lugar concreto, a una exposición, a la huerta, etc. la sueles contemplar a menudo, la obra la haces tuya y la mimas, le coges aprecio.
    Lo mismo te ha pasado con tu hobby del firmamento, estás muy pendiente de los avances científicos.
    Un buen entretenimiento y unos documentales y fotos en la puerta de tu casa.
    Dibuja usted muy bien los retales de la vida.
    Un abrazo José Luis.

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  2. Si es que nuestro proceso de aculturación ha sido muy similar. No es de extrañar que coincidamos en tantos afanes.

    ¡Saludos, D. Javier!

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