Lo que más me llama la atención son las flores. El paisaje colorido que parece reclamar la atención de la vista. Y la percepción ligada a experiencias de la infancia.
Llega en primer lugar la aliaga (allaga en uncastillero) y su amarillo rotundo es todo un toque de atención para los sentidos. Principalmente para la vista. Cuando el monte poco a poco va despertando de su largo letargo invernal, no te esperas ese colorido tan resplandeciente por aquí y por allá. El moteado amarillento contrasta con los tonos grisáceos que dominan el resto del año. El ciclo empieza de nuevo.
Luego está el romero y el tomillo. Las afables aromáticas. Amigas inseparables del colmenero sensible. Las abejas se vuelven locas cuando las primeras flores comienzan a despuntar.
Echo en falta el espliego. No lo veo por los lares zaragozanos. ¿Será el clima más seco? ¿la altitud? ¿el terreno calizo?
Menos mal que la avezada sensibilidad de mi amigo Basilio me ha descubierto la salvia. No me conozco muy bien su ciclo. Habrá que seguirle la pista.
Hay otro montón de plantas que no tengo controladas. Espero, con el tiempo, aprender a conocerlas y saber respetarlas.
Mientras tanto el ganado apícola ya se ha puesto en marcha. Al ritmo que marca la estación de la primavera. Este año ha venido muy bueno. Ha llovido mucho y el monte está estupendo. Las colonias se han puesto como locas y han comenzado a criar realeras. El ancestral impulso de extender la especie tanto como se pueda. La excitación del enjambrazón.
No es que las abejas constituyan una metáfora de la vida. Ellas mismas son la vida.
¡ Cuanta felicidad rezuma usted Don. José Luís, con este canto a la primavera!. Bellas imágenes de su monte de las abejas, buena presentación para empezar la estación donde brota la vida y desaparecen los ánimos perezosos del invierno, y buena presentación para recordar con tanta animosidad, que hoy es tu cumpleaños,... ¡ eres el hombre más positivo que he conocido!. Siempre te irá todo bien. ¡¡¡ FELIZ CUMPLEAÑOS¡¡¡
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