¿Cuántas veces has tenido ocasión de hablar personalmente con Puigdemont? ¿O con Rajoy o Trump? ¿En cuántas ocasiones has disfrutado de la oportunidad de charlar animadamente con algún cantante, futbolista, actor o actriz de moda? ¿Qué oportunidades te ha brindado la vida de debatir con banqueros o grandes hombres de negocios sobre las bondades y las miserias del sistema capitalista?
Tú que vives inmerso en un universo de sucesos y acontecimientos que "se transforman" en noticia. Tú que atiendes mansamente a los distintos eventos que te va sirviendo el telediario de las 3 de la tarde. Y el de las 9 de la noche.
Tú que acudes a Internet con la ingenua creencia de que te vas a enterar de secretos velados a los demás mortales. Tú que defiendes apasionadamente tus puntos de vista sobre lo que has visto en la tele con amigos, vecinos o cualquiera que se preste a escucharte, en general.
Me atrevo a contestar por ti. Tú, amigo mío, mucho me temo que ni una sola vez has tenido ocasión de interaccionar directamente con los protagonistas de los titulares de los periódicos o de las cabeceras de los informativos.
El contacto con todos ellos, el conocimiento de lo que les acontece siempre se ha visto mediado por una pantalla o por la tipografía de un periódico de papel o digital. Nunca has tenido un contacto directo ni mucho menos privado con ninguno de los principales personajes de la actualidad.Te crees que existen porque los ves en tu televisor, en el ordenador o en el móvil. Pero imagínate que todo fuera un cuento.
Me atrevo, por tanto, a decir que tu mundo -igual que el mío- está construido sobre basamentos virtuales. Sobre algo que te dicen que les ocurre a los demás y que ves en imágenes. Pero no sobre lo que tú experimentas en realidad.
Vivimos inmersos en un mundo artificioso de noticias, cotilleos y sobresaltos. La actualidad nos envuelve, nos atrae y nos reclama. Se necesitan consumidores de noticias que también consuman publicidad y, por supuesto, adquieran cuantos más productos mejor. La maquinaria no puede detenerse.
Pero tenemos escapatoria. Y se encuentra en la esfera de lo nuestro. De lo privado y genuino. De la charla distendida y animada con personas de nuestro entorno cercano. O no tan próximo. Siempre hay ocasión de disfrutar de visiones y modos de experimentar el mundo diferentes a las nuestras.
Y disponemos también del recurso supremo por excelencia: nuestros recuerdos y nuestra imaginación. Siempre a nuestra disposición. Podemos dialogar con ellos de tú a tú.
En realidad podríamos prescindir totalmente de las vidas virtuales
Un artículo digno de grandes portadas reflexionarias para evitar el agobio y la manipulación por interés comercial. Tendremos que tener capacidad para admirar lo bello y lo justo y disfrutar de lo que tenemos sin grandes alaracas, lo vivido y la realidad del día a día.Enhorabuena por tu artículo,. José Luis. Un abrazo de Javier.
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