Recuerdo con cuanta ilusión esperaba esta noche y cómo mi madre preparaba los alimentos para los camellos de los reyes. Lo que no me cuadraba mucho es que mi abuela - que tenía tienda- atendía presurosa por estas fechas a muchas madres que iban a comprar los regalos de sus hijos. Me decía que eran ayudantes de los magos, pero a mí no me encajaba ese trajín comercial.
Pronto en mi mente infantil se empezaron a apreciar las "disonancias cognitivas". Muchas cosas que no me cuadraban.
Cuando me enteré del asunto todavía dejé pasar unos cuantos años para mantener más tiempo la emoción de la noche de reyes.
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