El caleidoscopio cotidiano, ese ir y venir por las calles, rondas y esquinas de la ciudad siempre esconde alguna sorpresa que, para deleite de unos y asombro de otros, constituye un importante elemento de reflexión y de debate sobre la sociedad que vamos construyendo.
El primer botón lo hallé en Media Mark no hace muchos días. Allí se había preparado la infraestructura para acoger a un jovencísimo grupo de cantantes de un grupo para mí desconocido, que por lo visto habían acudido con la finalidad de promocionar sus canciones.
Y me quedé estupefacto con el espectáculo que ofrecían las niñas-adolescentes todas ellas provistas de su móvil, dispuestas a captar y enviar a los cuatro vientos las imágenes de sus ídolos.
Gritos histéricos por aquí. Empellones por allá. Llamadas al orden de los seguratas y los jovenzanos del grupo dejándose querer. Madres aleccionando a sus hijas. Bolis y libretas a la búsqueda de un autógrafo. Y las niñas dejándose las cuerdas vocales solicitando a gritos la presencia de sus ídolos.
Nunca creí que unos mozalbetes pudieran generar tanto revuelo. Desde los Beatles no había visto algo parecido. Está claro que los íconos musicales todavía tienen cuerda para rato. Máxime ahora con el efecto multiplicador de las redes sociales. Las noticias corren como la pólvora. Los y las fans no se pierden ni una.
Sólo se me ocurrió una cosa: ¿Veré algún día una movilización parecida originada por la presencia de eminentes hombres y mujeres de ciencia en algún centro comercial?
El segundo botón de muestra me lo ofreció el trámite de intentar renovar el DNI electrónico. No hubo manera de hacerlo con la máquina dispuesta al efecto en una comisaría de la ciudad. La ultramodernidad del chip se da de leches con la forma de hacer las cosas "a la española". Me llamó la atención una caja de cartón pegada con celo en el teclado del supersónico aparato. Por un lado, afirma que es capaz de identificarte mediante la lectura digital de tu huella. Por otro un tosco letrero te indica que, determinadas teclas no se pueden tocar. La leche. Tecnología punta anti-equivocaciones.
Un funcionario amabilísimo me indicó que los primeros chips de los DNI salieron defectuosos y con el paso del tiempo las máquinas ya no te reconocen. ¿Y que puedo hacer, pregunto yo? Pues nada, me contesta con aquiescencia. Tendrá que renovar de nuevo su carnet.
Se me ocurrió otra reflexión: ¿Cuántos meterían mano en el proceso de implantación del modernísimo DNI electrónico? ¿Y cuántos sacarían tajada?
Y la tercera reflexión viene al hilo de la noticia con los últimos ingresos de pacientes con el virus de la gripe A (V1H1). Y de varias personas que últimamente me he enterado que han enfermado de cáncer. Y de otras muchas aquejadas de problemas de salud.
Un amigo mío comentaba hace poco que ahora se empezaban a manifestar las consecuencias de la utilización indiscriminada de productos fitotóxicos en décadas de empleo generalizado. Del abuso del "chifú" esparciendo DDT incluso, en ocasiones, directamente sobre la piel de los niños. Del uso desproporcionado de pesticidas y anti-todo.
Llego a la conclusión que, con todo lo que hemos chupado, casi es un milagro que nos mantengamos en pie.
Y volvemos al mundo de la reflexión. Cuando la olivera se va haciendo mayor y centeañera acoje a diversidad de pajarillos. Nosotros como ya nos vamos metiendo en años, todas estas cosas nos llaman la atención. La juventud baila, como bailábamos nosotros, nos ofrece sus actuaciones puntuales..., locuras de la edad. El hombre y la máquina siempre en boga, empleado viejo, problemas con las máquinas modernas..., siempre ha sido así Y el tercer botón de muestra opino lo mismo, sin controles de calidad, hubo antaño muchos abusos, casi, casi, medievales, y el organismo, lógicamente, lo es tará acusando. Ese es nuestro camino entre brebajes modernos y copicas de anís. Un abrazo de Javier.
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