Estuve en la manifestación del 1º de mayo. No me había planteado si ir o no, pero un amigo me llamó y entendí que el evento empezaba a las 11 de la mañana en la Plaza de San Miguel. Llegué con una hora de antelación ya que la hora correcta eran las 12, pero ese intervalo de tiempo en el que estuve esperando dio mucho de sí como veréis.
No había ni un alma en la plaza a las 11 y 10. Ni tampoco cartel alguno por los alrededores en los que se indicara dónde era la concentración y quien la convocaba. Lo interpreté como un primer atisbo de la flojera que les ha entrado a los sindicatos en los nuevos tiempos de crisis y recortes que les ha tocado vivir.
Así que me encaminé por el Coso hasta la Plaza de España donde ya pude vislumbrar la contundencia de la respuesta policial ante cualquier sospecha de "exceso" de los manifestantes. Un reducido grupo de trabajadores se concentraba en Mac Donals para protestar por lo de siempre: recortes y despidos. Enseguida llegaron los policías por si la cosa de iba de madre. Llegué a contar no una ni dos ni tres; sino hasta cinco intimidantes furgonetas policiales con sus amenazadoras luces azules, primer indicador de que la cosa se podía poner complicada.
Salí de allí pitando por si acaso se escapaba algún estacazo y aún me acerqué hasta la Plaza de Aragón, pensando que quizás la manifestación partiera de allí. Nada. Tampoco había gente concentrada.
Volví de nuevo a la Plaza de San Miguel y ya la cosa se empezaba a animar. Un bullicioso y colorido grupo de trabajadores de Huesitos de Ateca hacían ya sonar sus pitos y mostraban indignados sus pancartas en las que se exponía la dramática situación en la que se van a quedar 107 familias de esa localidad. Repartían chocolatinas de la marca Hueso, transformada ahora en el tándem Milka-Kraff, que en su momento compró la fábrica y ahora se quiere deshacer de ella trasladando su producción a Polonia. Cosas de la deslocalización -pensé- Y 200 personas a la calle de golpe y porrazo.
200 personas que no creo que gocen del maná de las prejubilaciones de bancos y cajas de ahorro o de la empresa Telefónica. Ambos sectores siguen concediendo vacaciones perpetuas a muchos de sus afortunados -y jóvenes- trabajadores. Me consta que muchos de ellos, recién cumplidos los 53 disfrutan de un sueldo estupendo y saborean y viven la vida ya que cobran sus emolumentos íntegros sin tener que ir a trabajar el resto de sus días.
No los critico. Si a mi me lo hubieran ofrecido también lo hubiera aceptado. Pero eso no quita para reconocer las increíbles desigualdades y los agravios tan exagerados que se están produciendo en nuestro país entre las personas de clase trabajadora. Mientras a unos les alargan la edad de jubilación y les endurecen las condiciones de trabajo, otros disponen a su antojo de todo el tiempo libre del mundo, se van de fiesta y en unas estupendas condiciones. Mientras los jóvenes y una gran parte de los trabajadores no llega ni siguiera a los 1.000 € al mes, muchos jubilados cobran pensiones que duplican con creces este importe. Por no hablar de los sueldos que paga el PP a algunos de sus afiliados... Y la brecha cada vez se profundiza más.
Poco a poco se fue concentrando cada vez más gente en la plaza. Los últimos en llegar, portando sus banderas y sus estandartes, fueron los de los sindicatos. A esa hora un atronador sonido de pitos y cánticos del más variado pelaje animaban la congregación. Allí nos juntamos personas en paro, funcionarios, liberados sindicales, inmigrantes, personas sin techo... Un colectivo variopinto. Un agregado de personas con no muchos puntos en común precisamente...
Empezó la manifestación y también continuaron mis reflexiones. Me planteaba si serviría para algo esta enésima muestra de descontento con la situación por la que atraviesa el país y sus gentes. No creo que este formato tenga una gran incidencia en las políticas que se vienen aplicando. Se parecía más a un recorrido tipo Cabalgata de Reyes, Carnavales o... Fiestas del Pilar. Creo que, en la actualidad, tienen más resonancia en los medios de comunicación el regreso de las grullas (pongamos por caso) que una nueva muestra de descontento con el formato tradicional. Por tanto -concluí- si queremos conseguir algo ya podemos ser más creativos y echarle imaginación a nuestras reivindicaciones.
Y también concluí que la mejor forma de emplear el tiempo -si queremos cambiar las cosas- es concentrar esfuerzos e incidir en el cambio en las próximas elecciones. Un trabajo a dos años vista que habría que empezar ya. Yo solo veo la solución por esa vía. Las huelgas y las manifestaciones no cumplen -en el sigloXXI- con los objetivos que se planteaban en el XIX. Si no que se lo pregunten a los griegos o a los portugueses. ¿En qué han quedado todas sus protestas y sus reivindicaciones? Nosotros no debemos ir por el mismo camino.
Muchos otros pensamientos vinieron a la mente por el camino. Recorrí la manifestación metido en un grupo por el centro. Cuando llegué a la Plaza de España decidí que mi cometido se había ya cumplido. Tenía hambre y debía desplazarme a pie hasta mi casa. Poco a poco dejé el bullicio y los pitos atrás. Y yo, a su vez, me fui integrando en el otro nutrido grupo humano que disfrutaba de la mañana soleada del miércoles 1 de mayo caminando y departiendo por el Paseo de la Ribera...
Has planteado muy bien tu reportaje, tipo informe semanal, ameno y con razones, y con buena reflexión, salir, salir, salir ...., si ya se sabe lo que ocurre. En España no somos agresivos y el gobierno lo sabe, lo que no quita para dar que pensar y observar, observar, observar. Espero que impere el sentido común y el gobierno vea la situación con más humildad, porque ciertamente no lo está haciendo bien. La palabra nos tiene que abrir el camino. Buen reportaje.Un abrazo de Javier.
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