
Línea tras línea iba leyendo un desfile de nombres y fechas todos ellos vinculados al incesante afán de la humanidad por saber; por conocer: Anaximandro, Anaxímedes, Pitágoras, Heráclito, Parmínedes, Empédocles, Leucipo, Sócrates... y toda una caterva más de sabios que vivieron en tiempos pretéritos.
Al llegar a Aristóteles reparé en una cosa: si nació en el 384 A.C. y falleció en el 322 A.C. (de enteropatía) tenía, por tanto 62 años ¡Vaya! -dije para mi mismo- Casi la misma edad que yo. Y me quedé un poco mosca.
Continué con mi lectura aunque ahora más atento a las fechas de nacimiento y muerte de los prohombres de la antigüedad (sí, es verdad, no hay mucha referencia a las féminas). Realizando las restas correspondientes descubro otros muchos filósofos y hombres sabios que también murieron en edades similares o, incluso, más jóvenes.
Allí aparecen Parménides, Empédocles y Heráclito (fallecidos con 60 años); Aristóteles (con 62); Alejandro Magno (33) ; Bocaccio (62); Tomás de Aquino (49)... y otros muchos más.
¿Cómo puede ser -me dije- que hombres tan ilustres; mentes tan privilegiadas hayan tenido una existencia tan corta?
Me voy a Google y una búsqueda rápida arroja otra ristra de personas insignes fallecidas entre los 60 y los 70 años. Carl Sagan, por ejemplo, murió a los 62 años.
Normalmente no solemos pensar en estos términos sobre gente ya desaparecida. De hecho parecería como si los personajes famosos tuvieran también derecho a un plus adicional de vida. Pues no señor. No es así. La muerte no respeta ni a los sabios ni a los famosos ni a los adinerados.
En fin -pensé-. Qué le vamos a hacer. Ya estoy en edad de merecer...
Los escarbadores finos de la mente no obtienen más clemencia por parte de la naturaleza por ser quién son. Pienso que es por selección natural o por buenos hábitos, ¿ quizá cuestión de suerte ?. Hoy, la media de edad es bastante alta, y en el saquillo de las bolas,estamos todos, los de nombre y los del montón.Son otros tiempos.
ResponderEliminarDicen que hoy, el que tiene 63 años, es como si tuviera 43, así que,aún podemos empezar de nuevo. Un abrazo José Luís