El efecto que estos peligros naturales tienen sobre las poblaciones depende en gran medida de decisiones que tomamos, a nivel individual o colectivo, respecto a nuestras formas de vida y al medio ambiente: desde la planificación de nuestras ciudades y el cultivo de los alimentos, hasta la enseñanza que recibimos en las escuelas. Es más, la actividad humana también influye en la frecuencia y la intensidad de estos fenómenos, por ejemplo, a través del calentamiento global (ONU).
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