Sí, amigos, lo confieso. Hay temporadas en las que padezco ansiedad, agobio, nervios o como queráis llamarlo. Por "c" o por "b" la vida se encarga de ponernos a prueba de vez en cuando y algunas veces con mucha frecuencia.
Y, en mi caso, gran parte de la carga ansiógena proviene del trabajo: muchos alumnos con dificultades de aprendizaje y una impresionante trayectoria de fracaso escolar, familias que lo están pasando muy mal a las que la crisis ha acentuado más sus desgracias, profesores que demandan soluciones rápidas para casos de difícil solución, desencuentros debidos a la falta de comunicación y coordinación y la propia institución escolar con sus inercias y sus déficits muy difíciles de cambiar.
A todo esto hay que añadir la ya de por sí compleja interrelación en la familia, con la mujer, las hijas, los abuelos... Sin obviar, claro está, la actual delicada situación económica y social que tampoco da para muchas alegrías...
Así que ya hace un tiempo me puse manos a la obra para tratar de mitigar los perniciosos efectos de la angustia. Siempre desde la perspectiva de que ante un problema, lo importante es dar algún tipo de respuesta.
Y he encontrado que el ejercicio físico (en mi caso la natación) constituye un elemento básico del tratamiento de la ansiedad. Hasta el punto de comprobar de qué forma tan radical cambia el enfoque mental de un problema antes y después de nadar. Como digo, mano de santo.
La segunda estrategia de respuesta consiste, sencillamente, en hablar. Mejor con amigos y personas de confianza, pero si no están a mano, pues se habla con quien se pueda. A veces les digo a mis alumnos que yo les tendría que pagar a ellos sólo porque me escuchan. En muchas ocasiones la clase se convierte también en una forma de terapia personal.
La tercera pata de mi banco anti estrés es la fijación de objetivos concretos y realistas de cara al futuro. Que su logro exija un moderado nivel de dificultad y que queden bien establecidos y repartidos en el tiempo. Por ejemplo, escribir cada día un capítulo de un libro con una fecha tope determinada, o estudiar todos los días inglés para conseguir un buen nivel de comprensión-expresión en el plazo de dos años o la decisión de ahorrar determinada cantidad de dinero al mes.
Finalmente, mi cuarta vía anti ansiedad se concreta en la importancia de mantener un razonable equilibrio emocional. Y para ello es clave cuidar las relaciones con las personas más cercanas (mi familia) y con los compañeros del trabajo. Resolver de la mejor manera posible los conflictos cuando surjan, siendo consciente de que el conflicto y el desencuentro son inherentes a la vida en pareja y en sociedad.
A todo ello podríamos añadir la importancia de mantener una buena alimentación y descanso, cultivar un ocio variado y creativo y cuidar el círculo de amistades.
Quizás no llegue a encontrar la felicidad o el nirvana, pero la implementación de todas estas medidas, os aseguro que me ayuda -y mucho- a tirar para adelante.
Saludos, amigos peripleros... Y que tengáis una estupenda semana.
Todos, en este país, estamos en un estado de chok, por el desorden que causa la situación económica. Este tema nos abserve mucho tiempo, muchas conversaciones...., en el trabajo, en la familia y vuelta con los disgustos. Pero a pesar de todo, nos quitan el tiempo, con dulzura, otras actividades....los ingenios de cada uno, música, libros, peliculas, blog, las manualidades, el deporte, los paseos, uma buena conversación, un comentario de libros,etc.etc.Pienso que nos estamos acostumbrando a convivir con la crisis....,viéndola como algo que va para tiempo, aunque de vez en cuando frunzamos el ceño por ciertas actuaciones.Precioso artículo. Un abrazo de Javier
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