Te he recuperado, vieja amiga. Llevabas mucho tiempo apartada de mí y casi estabas ya en capilla para llevarte al contenedor de la ropa usada o bien para transformarte en trapos de limpiar el motor del coche. Te has salvado por un tris, pero de nuevo estás conmigo.
Gracias -en parte a la crisis- y, sobretodo a la destreza de la señora que hace arreglos (y a sus económicos precios) le hemos dado la vuelta a tu cuello desgastado y prolongado tu vida y, de paso, he revivido muchos buenos momentos que hemos pasado juntos.
Sólo tu cuello estaba desgastado. El resto de tus miembros todavía resisten. A pesar del paso del tiempo. Gracias a esta circunstancia te has salvado de tu fatal destino.
¿Recuerdas aquella cena de compañeros de trabajo en la que nos lo pasamos tan bien? ¡Cuánto y qué a gusto me reí! Tú fuiste mi fiel aliada. Sabía que al llevarte, las cosas iban a rodar mucho mejor. Estuve muy acertado esa noche.
¿Y qué me dices de aquella presentación del Plan de Acción Tutorial ante el resto de mis compañeros profesores en la Comisión de Coordinación Pedagógica? De nuevo no me fallaste y, al modo de la famosa ranchera "Caballo prieto azabache", también yo te cantaría aquello de ....¡Como olvidarteeee, te debo la viiiidaaaaa!
Igual servías para un roto que para un descosido. Yo te llevaba tanto en mis actos sociales como cuando paseaba por el campo. Eras como mi segunda piel. Tenía confianza en ti y tú te adaptabas solícita al contorno de mi cuerpo buscando el mejor ajuste y proporcionando la mejor imagen.
En casa me dijeron que no merecía la pena recuperarte. Que no fuera anticuado. Que en los chinos o en el Primark podía comprarme una camisa nueva por un precio muy económico. Pero no es lo mismo. Me gusta recrearme en los buenos momentos que hemos pasado juntos y tu formas parte de ellos. Tú has compartido conmigo muchas y variadas experiencias. Tú has sido -sigues siendo- mi mejor aliada.
Creo que los dos, conjuntamente, debemos reivindicar el apego a las cosas que nos acompañan día a día. Que nos ayudan a sobrellevar muchos sofocones y disgustos. Que nos hacen la vida más placentera. Creo, amiga camisa de cuadritos que con este arreglo aún podremos disfrutar en complicidad muchos y buenos ratos haciéndonos mutua compañía...
Has construido un bello artículo, sencillo, con tu oda a la camisa. Es verdad que te entró por el ojo derecho porque su mezcla de colores te complacía y la admitías como compañera de eventos, siempre te sentaba bien y le querías dar más oportunidades. Yo también tenía una camisa de algodón indio que le tenía mucho cariño pero al final no pudo ser...., le di las dos vueltas al cuello, me dio lástima.Sensibilidad y aprecio a las pequeñas cosas...., muy importante.Precioso artículo José Luis. Un abarazo de Javier.
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