Es el caso de Eugenio García.
Todo empezó cuando su padre le regaló para su cumpleaños un acuario y él se autoasignó la tarea de cuidarlo y mantenerlo. Entonces contaba con tan solo 7 años. Poco a poco el acuario se fue poblando de distintas especies dulceacuícolas al tiempo que Eugenio incrementaba su curiosidad por este mundo sumergido.
Iba adquiriendo nuevos ejemplares en la ya desaparecida tienda de Tropicuarium en la calle San Vicente de Paúl o bien en otra de la calle Santa Isabel que tampoco se mantiene.
El caso es que esa semilla inicial fue creciendo a un ritmo mantenido en el tiempo. Cuando Eugenio se desplazó a Lérida para cursar INEF, en navidades ya convenció a sus compañeros de piso para traer un acuario de 20 litros. Posteriormente, cuando volvió de nuevo a Zaragoza y se instaló en un apartamento, allí colocó uno de 80 litros y otro de 40, alojando en ellos peces de agua dulce de sudamérica.
El paso más importante en este campo lo dio cuando decidió mudarse a un nuevo piso. Tenía claro que debería disponer de bodega y dedicó muchas horas a planear y diseñar la estructura que debía construir para culminar su obra acuática. La suerte estuvo de su parte porque por esas fechas cerraron una tienda-almacén de acuarios que tiraba todo al desguace y Eugenio llegó a un acuerdo con los propietarios para hacerse con una parte importante del equipamiento, a buen precio.
Poco a poco fue montando las estructuras metálicas que debían soportar el peso de los recipientes, los circuitos de filtrado
El resultado final es digno de elogio. En la actualidad más de 50 recipientes con una capacidad total de 8.000 litros, ofrecen las condiciones idóneas de alojamiento para más de 50 especies diferentes de peces. Cada uno de los acuarios dispone de una llave para desaguar y de sus correspondientes rebosaderos. Además están equipados con filtros de esponja y bacterias específicas para el tratamiento de los desechos de los animales. Como medida de seguridad, por si hay alguna rotura, Eugenio dispone de un mecanismo de aspiración de agua que la desalojaría de inmediato si se diera tal circunstancia. Toda la instalación ha sido obra suya. Él reconoce que disfruta tanto ideando los sistemas de bombeo y drenaje y montando las tuberías como con los peces.
Me comenta que dedica diariamente unos 10 minutos a dar de comer
Me cuenta también que él mismo elabora la comida de los animales con productos que compra en el mercado; alguno de ellos tan curioso como corazón de vaca. De esta forma reduce la factura por la alimentación de su "ganado". Siempre está a la búsqueda de métodos y fórmulas caseras que puedan reducir los costes ya que a partir de un determinado número de individuos los gastos se incrementan considerablemente.
También me habla de los peces que forman p
La familia de los tetras que incluye a los neones y los borrachitos es más difícil de reproducir. No forman parejas y van en cardúmenes.
Me doy cuenta que el mundo de la acuariofilia se ramifica en múltiples y variados ámbitos y, a su vez, cada uno de ellos puede dar lugar a otro amplísimo campo del conocimiento.
Sus hijos gemelos parecen haber heredado la afición del padre. Cada uno de ellos cuenta con un pequeño acuario en su cuarto y se afanan en detallar enfáticamente la vida y costumbres de sus pequeños habitantes. Rocío también comparte este interés. Podríamos hablar de una familia apasionada por el mundo de la acuarofilia
Después de pasar más de dos horas con Eugenio
Al mismo tiempo que declaro mi admiración por esta ocupación tan intensa y entregada al mundo de los peces, desde estas líneas le agradezco el tiempo que me ha dedicado y la exquisita paciencia con la que ha respondido a las muchas preguntas que le he planteado.
Es bueno. Bueno de verdad.
ResponderEliminarSaludos, José Luis.
Gran hoby, complicado y científico, pero que apasiona, me gusta la reflexión de la mente ocupada,en tanto que uno se encuentra feliz. ¡ Cuanta gente interesante estás presentando !,.Saludos de Chavierín.
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