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domingo, 17 de octubre de 2010

M.D. Una buena persona de vuelta de muchas cosas

Reconozco que la selección de amigos o conocidos a visitar en mi sección de "turismo de personas" ha sido, digamos, complicada. Cuando me puse a pensar quiénes eran los candidatos idóneos para concretar mi iniciativa, me di cuenta de varios aspectos:

- La mayoría pertenecían al mundo de la educación
- Todos eran hombres
- Los conozco por razones de mi profesión o por el pueblo
- Todos ellos, además de su trabajo habitual, llevan "algo entre manos"

La primera persona que me vino a la mente es M.D. Omito intencionalmente su nombre y apellido para salvaguardar su intimidad. Tampoco hemos hecho fotos a petición suya.

Conozco a M. desde que coincidimos allá por el año 1981 en el colegio público de Gallur. Desde el primer momento convergimos en muchos aspectos: nuestro interés por las relaciones interpersonales, la psicología, las filosofías alternativas... Él tuvo el detalle de acogerme en un piso que tenía alquilado en el pueblo y allí disfruté con sus conversaciones, sus magníficas ensaladas (M. es vegetariano) y sus múltiples iniciativas.

Ese contacto inicial se ha ido manteniendo a lo largo de los años con períodos más o menos largos en nuestros sucesivos encuentros pero siempre se ha conservado la amistad inicial.

No las tenía todas conmigo esta mañana cuando he querido contactar con M. Él vive en Utebo y además está ya jubilado. No he podido conseguir su teléfono en las Páginas Blancas y ya empezaba a darme por vencido. Se me ha ocurrido la idea de mirar en una agenda vieja en la que conservo teléfonos de amigos y conocidos de hace bastantes años y, mira por donde, he podido dar con el suyo.

También me ha acompañado la suerte porque justo cuando lo he llamado se disponía a partir en el tren desde Utebo hasta la estación de Miraflores en Zaragoza. Me ha comentado que hacía una visita a la estación en colaboración con la asociacion de vecinos de Utebo y que estaría en Zaragoza sobre las 10:35.

Ya me disponía a ir caminando a su encuentro cuando, como suele ser habitual, mi hija pequeña me ha pedido que la llevara con el coche a un trabajo que debía desarrollar este domingo. Esto ha motivado que yo me personara en la ya citada estación de Miraflores sobre las 11:20 de la mañana.

No me ha costado mucho encontrar la estación. Nunca había estado allí aunque la ubicaba correctamente detrás del pabellón Príncipe Felipe. Cuando he penetrado en el recinto no se veía ni un alma. La puerta de la entrada estaba deliberadamente abierta y un viento muy zaragozano se metía en cada uno de los rincones del edificio. De los miembros de la asociación de vecinos de Utebo, ni rastro.

He llamado a M. y me ha puesto al corriente de que ya no se encontraba en el edificio, que estaba en el bar Neptuno charlando con unas amigas. Hacia allí me he dirigido y enseguida los he encontrado. Rápidamente M. me ha puesto al corriente de los motivos de los cambios de planes.

Resulta que se le ocurrió la idea de realizar desde la asociación de vecinos de Utebo una visita mensual a distintos barrios de Zaragoza con la finalidad de conocer la ciudad y de estrechar lazos entre los asociados vecinos de los distintos barrios. Pero en esta primera visita sólo él y la secretaria de la Asociación de vecinos de San José han acudido a la cita con lo cual no se ha podido realizar el itinerario previsto.

Me he sentado con ellos en la terraza del bar Neptuno en la Plaza de Ángel Sanz Briz y hemos estado departiendo muy agradablemente. Sobretodo me han encantado las historias que nos ha contado la madre de C. (de la asociación de vecinos San José) pues ha recordado sus tiempos de niña cuando iba con su padre que era maquinista-fogonero de trenes de vapor, recorriendo muchos puntos de la geografía española. También me ha gustado mucho la iniciativa y capacidad de esfuerzo de C. y de sus logros académicos, personales y sociales. Sería prolijo repetir todos los temas que se han tratado en la conversación pero puedo decir que he disfrutado de lo lindo ya que hoy no me esperaba encontrar con un pasisaje humano tan interesante.

Cuando se han marchado madre e hija, he dedicado un tiempo a exponerle a M. mi proyecto del Periplo Aragonés y le he pedido que me escribiera unas líneas intentando plasmar su filosofía de vida y sus preocupaciones actuales. Se ha comprometido a hacerlo y enviármelo por correo. Cuando llegue lo adjuntaré a este comentario.

M. estaba un poco más apagado que de costumbre. Me ha hablado de su problema auditivo (necesita audífonos para escuchar las conversaciones), también de su preocupación por pequeños fallos de memoria que percibe últimamente y de que ya empieza a estar de vuelta de lo que fueron algunas de sus grandes pasiones como las religiones, la novela, la filosofía, etc.

Me ha contado que tiene la sensación de encontrarse al inicio de una nueva etapa aunque no sabe hacia dónde le va a conducir. De momento piensa continuar en la asociación de vecinos animando e impulsando la realización de actividades, charlas y conferencias. Yo también le he alentado para que continúe con esas actividades.

De estas y de otras muchas cuestiones nos hemos ido poniendo al corriente y, enseguida, se ha hecho la hora en la que él debía partir en el tren de vuelta a Utebo. Le he acompañado hasta la estación, ambos caminando a buen paso. Me he despedido de él al tiempo que le agradecía internamente la agradable jornada mañanera que me ha regalado.

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