Según me voy acercando a las cajas observo ya algo raro. Se ha establecido otro sistema de pago. Otra organización de los clientes que ya han hecho su compra. Entrar en la tienda ha sido fácil. Pero salir va a ser más complicado. De momento hay que ponerse a la cola para pagar.
Y la cola es bastante larga. Cierto que, según imagino, se hace con la idea de RACIONALIZAR el abono de los productos adquiridos. De OPTIMIZAR el desempeño de las cajeras. De ORGANIZAR las cosas como les gustan a los franchutes (los dueños de la tienda), de MODERNIZAR el sistema de compra y pago.
Pero lo que más me llama la atención es la mansedumbre de los que forman la cola. En su mayoría jóvenes. Esperando pacientemente que les toque el turno para pagar. Sin rechistar. Sin cuestionar el nuevo sistema. Sin plantearse que las cosas podrían ser de otra manera. Que Decathlon nos cobra dos veces: una en dinero y otra en tiempo.
Y mientras tanto, la voz sintetizada del nuevo aparatejo instalado, impasible, va escupiendo sus directrices a los corderillos de la cola: "siguiente cliente: puesto número 3", repito: "siguiente cliente, puesto número 3".
Y allí van obedientes, con los auriculares embutidos en la oreja, surfeando al mismo tiempo con el dedo en la pantalla táctil de su móvil. A pagar. A abonar. A rendir pleitesía al todopoderoso amo de la ropa y complementos deportivos. Nadie se plantea no hacer caso a la pantalla digital que, imperiosa, marca ya el puesto 6 a los siguientes compradores.
Y mientras tanto yo repaso mentalmente las variaciones que se podrían introducir en el sistema, siempre haciendo caso omiso al que nos obligan a aceptar. A mí me daban ganas de...
- Pagar donde está la cajera más guapa
- Entablar amena conversación con la más desenvuelta
- Comentar sus condiciones laborales
- Preguntar por el trato de sus jefes
Y mil opciones más que se podrían ¿por qué no? plantear. Siempre, por supuesto, objetando el sistema que nos quieren imponer.
En esta ocasión no fui fiel a mi lema de responder de alguna forma ante algo que no me gusta o no me cuadra. Pero la próxima vez iré preparado y trataré de materializar de alguna forma mi pensamiento divergente.