El Dr. Piers Steel lo dice claramente en su libro "Procastinación": las personas tendemos a dejar para mañana lo que podemos hacer hoy. Y también tenemos una tendencia innata a dispersarnos en múltiples quehaceres y dejar lo importante para más adelante.
El logro de objetivos en la vida requiere de un tiempo, de una sedimentación y constancia sin los cuales será muy difícil llegar a alcanzarlos. Hay que seleccionar los nuevos aprendizajes y focalizarse en los mismos. Y lo malo es que, con todos los distractores que nos ofrece la vida moderna, pues resulta bastante complicado focalizar y concentrarse en las tareas.
El pasado curso 11-12 tuve ocasión de comprobar en mí mismo los saludables efectos de la constancia y la sistematicidad. En septiembre de 2012 decidí aprender a nadar correctamente ya que mis destrezas natatorias distaban mucho de ser medianamente aceptables.
En primer lugar tuve que aprender a llevar bien la respiración y a esa tarea dediqué más de dos meses hasta que adquirí el automatismo de dar tres brazadas y tomar y expulsar, alternativamente, aire por la boca. Cuando lo conseguí, ni yo mismo me lo creía. Los apoyos audiovisuales fueron muy importantes. Ahora, en Youtube hay tutoriales de casi todo.
Con posterioridad centré mi empeño en desarrollar una técnica razonable en la brazada e impulsión con las piernas. Más o menos adquirí las destrezas básicas para desempeñarme con corrección también en este apartado.
Finalmente decidí ir cogiendo fondo y conseguir nadar al menos 40 largos en cada sesión de natación. Me costó también otros dos meses, pero al final lo logré.
Esta experiencia me proporcionó la visión de que, para conseguir el aprendizaje de nuevas destrezas es vital la constancia y el tesón. Estas dos últimas virtudes sólo se materializan cuando, de verdad, existe una motivación que te impulsa a mantener el esfuerzo y no dispersarte. En una palabra: cuando decidimos focalizarnos y mantener en el tiempo nuestro empeño.
Un aspecto fundamental de mi plan consistió en no fallar ninguno de los dos días semanales que me asigné para ir a nadar y mantener la secuencia de entrenamientos durante 10 meses. Otro no menos importante fue mi determinación de conseguir ese logro.
Lo bueno de esta experiencia es que me ha dado ánimos para abordar otros aprendizajes con la misma sistemática: pasión y perseverancia. O lo que es lo mismo: emoción y repetición. Eso sí, siempre focalizando en una temática e intentando no dispersarme con los múltiples distractores con los que nos tienta la sociedad actual.